"En la última década del siglo pasado, cierto sector de la población se hallaba un tanto convulsionada por las "curas maravillosas" y las predicciones de un pintoresco personaje denominado " El Santón del Riachuelo". Quien polarizaba tales comentarios era un andaluz mudo llamado Manuel Vega, que en su casa de Barracas atendía a infinidad de pacientes y recibía la visita de muchos políticos que recurrían a sus vaticinios.
En verdad, se trataba de un pobre infeliz, al que su aprovechada mujer hacía vestir un ropaje de circunstancias y utilizaba como instrumento para atrapar incautos. A falta de habla, al sufrido andaluz lo obligaban a usar procedimientos tan ridículos como el de golpear a los pacientes con un bastón y, aunque ello parezca inverosímil, a propinarles puntapiés". ( Extracto del libro "Barracas, su historia y sus tradiciones. 1536-1936, de Enrique Puccia)
En verdad, se trataba de un pobre infeliz, al que su aprovechada mujer hacía vestir un ropaje de circunstancias y utilizaba como instrumento para atrapar incautos. A falta de habla, al sufrido andaluz lo obligaban a usar procedimientos tan ridículos como el de golpear a los pacientes con un bastón y, aunque ello parezca inverosímil, a propinarles puntapiés". ( Extracto del libro "Barracas, su historia y sus tradiciones. 1536-1936, de Enrique Puccia)
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