El escudo de Barracas contiene en su interior, cuatro aspectos que representan históricamente al barrio.
Uno de ellos, es la figura de un libro y una pluma, las cuales refieren a la parte artística que caracteriza a este espacio del sur de la ciudad. Una gama variada de artistas han dejado su sello y eternizado sus obras a través de los años, y uno de ellos ha sido Julio Cesar Vergottini.
Uno de ellos, es la figura de un libro y una pluma, las cuales refieren a la parte artística que caracteriza a este espacio del sur de la ciudad. Una gama variada de artistas han dejado su sello y eternizado sus obras a través de los años, y uno de ellos ha sido Julio Cesar Vergottini.
Este personaje de andar bohemio, que nació un 6 de septiembre de 1905 en el barrio de Almagro, vivió recluido sus últimos 25 años de vida en su casa-estudio, ubicada en uno de los márgenes del Riachuelo.
Aquel reducto no es, ni más ni menos, que ese pintoresco torreón que domina la margen capitalina del histórico río y que alguna vez ofició como sala de maquinas que elevaba al viejo Puente Pueyrredon para posibilitar el paso de las embarcaciones de mayor estructura. Algunos vecinos se referían a Vergottini como “el concejal del puente” y, tal como lo reflejaban sus propias palabras “en él soy un señor feudal y mis únicos súbditos son una perra y 5 gatos”.
Don Julio vivió desde los 12 años de edad en la ciudad de La Plata. Allí estudió con Arturo Gonzalez, su gran maestro. Con solo 20 años viajó a Brasil y luego a Europa, donde vivió en una pensión de Paris rodeado de varios artistas, de quienes aprendió nuevas técnicas.
Más tarde viajaría por Portugal, Grecia, Italia y Marruecos, entre muchos otros destinos. Fueron muchísimas sus obras, entre las cuales se destacan el busto del Almte. Brown, ubicado en Irlanda, la escultura “Levando anclas” en La Boca, el monumento a la memoria de Alfonsina Storni en el cementerio de la Chacarita y el monumento al gaucho argentino, emplazado en Río Grande e inaugurado el 25 de mayo de 1983.
Además, quisiera destacar que, una de sus obras más importantes que acompañó el trajinar del barrio barraquense durante más de 50 años, fue el “Mástil de la Plaza Colombia”.
Más tarde viajaría por Portugal, Grecia, Italia y Marruecos, entre muchos otros destinos. Fueron muchísimas sus obras, entre las cuales se destacan el busto del Almte. Brown, ubicado en Irlanda, la escultura “Levando anclas” en La Boca, el monumento a la memoria de Alfonsina Storni en el cementerio de la Chacarita y el monumento al gaucho argentino, emplazado en Río Grande e inaugurado el 25 de mayo de 1983.
Además, quisiera destacar que, una de sus obras más importantes que acompañó el trajinar del barrio barraquense durante más de 50 años, fue el “Mástil de la Plaza Colombia”.
Aquellas cinco figuras talladas en bronce y de una tonelada de peso cada una, significaron la bienvenida al reconocimiento que este enorme artista reclamaba. La inauguración del mismo se llevó a cabo en septiembre de 1940 ante autoridades gubernamentales, representantes de Colombia y Escuelas del barrio.
En el año 2009, el gobierno de la Ciudad de Bs. As, ordenó la renovación y puesta en valor de la Plaza Colombia. A partir de allí, aquel espacio verde cambió radicalmente su fisonomía.
En el año 2009, el gobierno de la Ciudad de Bs. As, ordenó la renovación y puesta en valor de la Plaza Colombia. A partir de allí, aquel espacio verde cambió radicalmente su fisonomía.
Estos cambios se vieron reflejados en la ausencia de las esculturas de Vergottini. Éstas fueron retiradas y actualmente descansan en un galpón de Palermo, y esperan una restauración que hasta ahora no ha llegado, y que no tiene fecha de inicio ya que no existen fondos para solventar el gasto.
Por lo pronto, seguiremos esperando que la obra emblemática de Don Julio pueda volver a su lugar de origen, a su plaza. Como corolario a la presente nota, me quedo con una frase del artista, que define la pasión que ponía en cada una de sus obras: “Usted tiene el bloque y comienza a trabajar. El martillo tiene que ser pesado. Cuando empieza a aparecer la figura, uno se siente fuerte. Es una emoción permanente”
Por lo pronto, seguiremos esperando que la obra emblemática de Don Julio pueda volver a su lugar de origen, a su plaza. Como corolario a la presente nota, me quedo con una frase del artista, que define la pasión que ponía en cada una de sus obras: “Usted tiene el bloque y comienza a trabajar. El martillo tiene que ser pesado. Cuando empieza a aparecer la figura, uno se siente fuerte. Es una emoción permanente”
Diego Gonzalez
Archivo Histórico de Barracas
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